Decir adiós
por DIANA GONZÁLEZ
No hay nada que se me antoje más difícil en esta vida: decir adiós a esa persona que quieres y que se marcha para siempre. El corazón nunca está preparado para dejar marchar a alguien a quien todavía ama.
Creo que cuando crecemos todos echamos de menos nuestra infancia por ese motivo, porque hubo un tiempo en el que nuestro corazón sí era capaz de percibir que alguien nos dejaba, pero nuestra mente podía olvidarlo. Hoy, quien se marcha de nuestra vida y nos importa, deja un vacío que nunca podremos llenar.
Da igual la edad que tengamos, la muerte es algo que nunca podemos superar. Aprendemos a vivir con ella, intentamos que día a día deje de convertirse en ese pensamiento que atormenta a cada instante, logramos encerrarla en un lugar oscuro dentro de nuestra cabeza, pero siempre está presente.
La muerte es difícil para el que se queda, pero ¿y el desamor? Cerrar la puerta a esa rutina en la que viajas tranquilo de la mano con esa persona que amas supone un reto. Asumir de repente que ese alguien quiere sacarte de su vida, te parte el alma. Y claro que te niegas a decir adiós, porque no hay palabra más triste.
Hace unos días se marchó para siempre una de las mujeres que han marcado mi vida. Y con el corazón roto por un recuerdo que llega cada vez que abro la puerta de casa y no la encuentro, quiero poner en orden ese caos de sentimientos que llegan a mi cabeza.
No se si es justo decir que la primera vez que pierdes a alguien es la más dura. Yo creo que todas las pérdidas que llegan detrás, al menos, cuentan con esa ventaja: un día ya asumiste que nada es para siempre, y que la vida, a veces, te arranca de tu lado a alguien fundamental. Y pese a que pensaste en tirar la toalla y no continuar sin su mano, poco a poco, seguiste con tu vida.
Recuerdo perfectamente la tarde en la que se marchó el primero de mis abuelos, el instante en el que me partieron el corazón por primera vez, el día que me fui del que había sido mi hogar para empezar de cero en una ciudad muy lejos de allí. Tuve que decir adiós de golpe, sin esperarlo. Sólo sé que esos momentos me hicieron más fuerte, que la palabras "recuerdo" empezó a tener sentido y que la nostalgia fue algo que había leído en los libros y entonces empecé a entender.
Hoy quiero que Posdata os hable de esperanza, de fe. Porque para mí hay pocas cosas tan mágicas como vivir con esa ilusión que produce el desear que lo que llegue serán tan increíble que la pérdida de hoy, al menos, tendrá un poco de sentido. Porque el amor verdadero es que dura el resto de tu vida, porque los seres queridos que se marchan nos envían desde la eternidad a personas maravillosas con forma de hijos, sobrinos y nietos.
No estamos preparados para decir adiós, pero quien de verdad te quiere se marchará con un "hasta siempre".