Llevo varias semanas pensando en cómo abordar este post. Tenía claro que quería hablar de parejas, de la evolución de las relaciones a medida que pasa el tiempo, de lo complicado que es dar forma a tu vida con alguien de la mano.

Ya os he contado otras veces que tengo 28 años. Será precisamente por eso que a mi alrededor estoy comenzando a vivir un maratón de bodas y baby boom. Últimamente mis amigos deciden casarse y los menos tradicionales prefieren los niños al altar. Yo no me encuentro en ninguna de las dos opciones, así que en los últimos meses me dedico a observar con cierta sorpresa como está cambiando la vida de gente a la que quiero (mucho).

La inmensa mayoría de las parejas amigas que han decidido casarse (o sucumbir al mundo bebé) optaron antes por irse a vivir juntos. La mejor de las opciones, bajo mi punto de vista. Hoy, supongo que precisamente por eso, porque es hoy (en estos tiempos), no puedo imaginar cómo serían los primeros meses de esos matrimonios que salían de casa de sus padres el mismo día de la boda.

Convivir con alguien es difícil, incluso cuando hay amor de por medio. Todas mis amigas se quejan de esas pequeñas manías de sus novios, de esas cosas “insignificantes” que hacen los hombres, y que nosotras no soportamos: no bajar la tapa del wc, dejar pelos/ pasta de dientes en el lavabo, tirar la ropa sucia en una silla, o ponerse a cocinar pero no recoger nunca todos esos cacharros que necesitan. Si me pongo a enumerar las cosas que ellos no soportan de nosotras, ¡no tengo blog suficiente! Porque la verdad sea dicha, nosotras tenemos muchas más manías, que ellos ni siquiera llegan a entender. Yo soy de las que afirmo que las mujeres tenemos pura obsesión por muuuuuchas cosas, y nuestras parejas se pasan el día boquiabiertos, intentando reconocer a la chica de la que se enamoraron en la cara de “esa señora que chilla”. En mi caso, la perplejidad de mi novio siempre viene de la mano de mi obsesión por la limpieza. Nunca entenderá cómo tiene que estar colocada esa silla o ese portafotos para estar “en su sitio”, porque no se tiende así una camisa o cuál es el orden adecuado de los platos en el lavavajillas. Lo sé amigos, tengo que hacérmelo mirar…

Y quizás alguien pueda pensar que estas cosas son tonterías, que la gente no deja de quererse por no saber, por ejemplo, repartirse las tareas domésticas. Yo sin embargo, estoy convencida que son las pequeñas cosas del día las que marcan tu vida de una forma u otra.

Y así, de repente, sin darte cuenta, pasan los años y el día a día en casa es mucho más fácil. Tú ya has asumido que él nunca sabrá que hay que recoger la lavadora tendida, él sabe que nunca tendrá sitio suficiente en el armario porque tus bolsos, zapatos y trapos ocupan cada mes más sitio, y otras tantas pequeñas cosas. El problema en esa época está, según yo lo veo, en que vosotros dos cada vez hacéis menos planes de dos, como pareja. Si hay niños, siempre son lo primero, y si no, las noches del finde no se entienden sin otra pareja o más amigos que acompañen el plan. Alguien sabio dijo una vez que el amor es como una planta, al que hay que cuidar día a día. Si lleváis ya unos cuantos años juntos, escúchame. Prepara una sorpresa para esa persona que quieres. Organiza algo chulo, sencillo. Tu y él/ella solos. ¡Dedícatelo! Los abuelos, tíos y amigos nos morimos por cuidar de los niños una noche. Tu relación necesita tiempo para los dos, SOLOS.

Y precisamente porque os vais a casar, porque tenéis un nene que os une y vuestra vida camina de la mano, no olvidéis separaros algún ratito. Todo el mundo necesita su espacio, para encontrarse, para relajarse, para tener cosas que contar al otro cuando llega a casa.

Los amigos os echamos de menos. Queremos a vuestros bebes tanto como a vosotros y estamos dispuestos a incluirlos en nuestros planes de pandi. Pero yo creo que es bueno que al menos, una vez al mes, cada uno haga sus planes, por separado. Con sus amigos, con su familia, o simplemente solos.

Las canciones de amor nos encantan, pero por suerte, hoy nadie se muere de amor. Nadie debería vivir por y para alguien (que no sea él mismo). Mi consejo es que le dejes disfrutar de ese partido de la play que se alarga y se alarga, que no la preguntes por qué necesita otro bolso, que prepares algo de picar para ver el futbol en casa con sus colegas, que llames a tus amigas y os propongáis no hablar de ellos.

Gracias al cielo hoy, el amor es otra cosa. Las parejas de verdad se quieren, se necesitan, pero saben vivir sin meter en un puño al otro. Así que yo auguro una vida entera llena de felicidad para todas esas parejas amigas, las que se casan o tienen ya bebés. Veremos cuando me toca a mi…Ejem…

Posdata: ¡Qué vivan los novios!