Harta como estoy de que algunas personas a nuestro alrededor sienten cátedra cada vez que hablan, hoy en Posdata he decidido darle la vuelta (o no) a algunas de esas cosas que se dan por sentado. Aquello que decía Yoigo #verdadverdadera

Odio cuando la gente a mí alrededor dice que:

-Todo lo rico, engorda.

- Lo bueno si breve, dos veces bueno.

- A quien madruga Dios le ayuda.

- No te quejes, podrías estar peor.

- Pierdes el día cuando te levantas a la hora de comer.

- Los hombres no lloran.

- Ir a hoteles es de putas.

- Los hijos son para los padres.

- Estoy deseando que llegue el finde.

- No hagas eso.

- No digas eso. Las señoritas no hablan así.

- Sienta la cabeza de una vez.

- No es de recibo.

Señores, ya basta. La vida está llena de momentos pequeños, cosas con o sin importancia que nos hacen reír a carcajadas, que nos regala la vida en forma de gotitas de felicidad.

Estar demasiado pendiente del qué dirán, ponerse límites porque lo que haces no es lo normal, olvidarte un poco de ti mismo porque los demás esperan que cambies, amarga la existencia. Afortunadamente no tenemos que vivir con la Inquisición, la moralidad hoy está en entredicho.

Coman, rían a carcajadas, salgan a la calle sin haberse peinado, no pierdan un beso por el sitio en el que estén. Suele ser muy difícil ser perfecto para los ojos que nos miran. Yo abogo porque nos miremos un poco más a nosotros mismos delante del espejo, porque seamos capaces de sonreír al ver nuestra propia imagen, y ponernos gafas de sol cuando caminemos por la calle.