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Torrente 5

por BORJA MUREL

Hacía tiempo que Torrente había dejado de tener gracia. Para entender muchos de los gags de la cuarta entrega era necesario haber visto bastante telebasura y estar al día en el llamado mundo del corazón. Con esta quinta entrega, Segura hace un lavado de cara al concepto (que no al personaje) llevándolo a un futuro cercano (2018) y realizando una salvaje crítica de la sociedad actual, en la que hay espacio para la política (Rajoy y Pablo Iglesias incluidos), el fútbol, la economía y un largo etcétera . En una España que se ha independizado de la Unión Europea, que ha vuelto a la peseta y en la que Cataluña ha logrado su autodeterminación, Torrente lucha por devolver a su nación los conceptos perdidos por el camino, eso sí, de la forma más soez y bruta posible.

Posiblemente ésta sea la mejor de las secuelas desde la primera parte, pero la culpa no la tiene el personaje de Torrente, que está totalmente manido y cuyos gags son repetitivos y previsibles. La culpa de que esta entrega funcione tan bien, la tienen sus personajes secundarios.

Un inconmensurable Carlos Areces roba el protagonismo de cada escena en la que aparece, y es sin duda el personaje más divertido de la película. Reaparecen figuras clásicas de la primera entrega como Neus Asensi o Chus Lampreave; y el personaje del Cuco, interpretado hasta el momento por Gabino Diego, cae ahora en los brazos de Julián López, que lo defiende con bastante credibilidad aunque quizás quede algo desaprovechado.

En esta ocasión la gran sorpresa de la película viene de la mano de Jesulín (acreditado como Jesús Janeiro). Su “interpretación” (si se puede llamar así) resulta divertida y consigue alguno de los momentos más desternillantes del metraje, junto con las escenas en las que aparece Areces.

Una grata sorpresa es encontrarnos a Alec Baldwin en el papel de villano, y como es habitual en la saga, un sin fin de cameos, más comedidos que en entregas anteriores, entre los que se encuentran Florentino, Buenafuente, Angy, Leonardo Dantés, etc... (Siempre he pensado que Segura hace cine para sí mismo y sus coleguitas). La aparición de Pajares y Esteso, o el homenaje postumo a Tony Leblanc (que regresa como padre joven, en un sueño, durante uno de los mejores momentos del filme), no hacen más que evidenciar el respeto que siente Segura por los clásicos del humor español de las décadas pasadas.

Los ocho millones y medio de euros que ha costado la película se dejan ver en la parte final, con habituales explosiones de coches, aviones descontrolados y tiros por doquier. También en ese ampuloso Eurovegas, y en ese derruido estadio Calderón, diseñados informáticamente para la ocasión. Pero si hay una pega grande que se le puede achacar a la película, es que tarda casi la mitad de su metraje en arrancar.

La primera media hora resulta casi insufrible, lenta, y los chistes de Torrente repetitivos y muy poco originales. Por el contrario, los gags que hacen alusión al estado económico, deportivo y político del país, son sumamente divertidos y con una vena crítica acertadísima.

Los títulos de crédito iniciales son una genialidad, y el tema musical interpretado por Mónica Naranjo para la ocasión, rememora los mejores soundtrack de James Bond. No en vano, el score del habitual Roque Baños es también de lo mejor de la película.

Que “Torrente 5” arrasará en taquilla y que habrá más secuelas, nadie lo duda. Pero si quieren ver cine de calidad realizado en nuestro país, decántense por ver “La Isla Mínima”, que aunque no les haga reír, les hará salir de la sala de cine con la sensación de haber visto algo muy grande y no éste despropósito.


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