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Gravity

por BORJA MUREL

“Transmitiendo en vacío”. Cuántas veces hemos transmitido en vacío para nosotros mismos. Cuántas veces hemos hablado en voz alta sin esperar que nadie nos escuche, con la única intención de hablar con nuestro interior...

Sin más divagaciones: “Gravity” es una experiencia sensorial. Un deleite para los sentidos. Una película que hay que ver forzosamente frente a la mayor pantalla de cine posible y escuchándola al máximo volumen que permita la sala.

Hay gente que acusa al filme de no tener argumento y de ser simplemente un objeto para deleite visual. Yo, al contrario de esas opiniones, creo que el argumento está muy por encima de lo que vemos. Hay un mensaje implícito en cada frase, en cada adversidad que les va sucediendo a los protagonistas, que cala muy hondo en el espectador, y que, apoyado ésto en una banda sonora épica y soberbia (obra de Steven Price), hace emocionarse al más incrédulo asistente a la proyección.

El argumento, escrito por el director (Alfonso Cuaron) junto a su hermano, a primera vista parece sencillo. Dos astronautas que estaban reparando un satélite, quedan atrapados en el espacio y tendrán que enfrentarse a las adversidades más terribles en su lucha por sobrevivir. Y durante esa lucha, es donde entrarán en juego unas conversaciones formidables, unos monólogos “transmitiendo en vacío” aún más sobresalientes, y la que es, sin duda, la mejor interpretación de toda la carrera de Sandra Bullock, una actriz que tengo que reconocer que nunca me ha gustado demasiado y que aquí brilla con luz propia. La evolución de su personaje a lo largo del metraje es magnífica; tan magnífica como la de su coprotagonista George Clooney, al que no veíamos tan carismático desde sus primeros filmes, y que sin duda tiene las mejores líneas de guión.

Ya el hipnótico comienzo, con un plano secuencia de 20 minutos (sí, habéis leído bien, 20 minutos sin un corte de cámara que me dejaron de piedra), hace presagiar que nos vamos a enfrentar a algo muy especial. Y es que Alfonso Cuaron consigue lo imposible: desconectarte durante 90 minutos de tu realidad y adentrarte en un universo espacial que, al contrario de otras producciones de este tipo, es cualquier cosa menos frío. Un universo lleno de sentimientos, que te llega a lo más hondo del alma, y que deja a cualquier libro de autoayuda a la altura del betún.

Tema a parte son los efectos especiales. Posiblemente “Gravity” marque un punto y aparte en ese campo. Los CGI en esta ocasión no pueden ser más reales. Cuesta creer que el director haya rodado todo ese material con dos actores dando vueltas sobre un croma verde.

Sorprende que Cuaron consiga con un reparto tan escueto mantener al espectador en vilo durante la extensión completa del metraje; y a la vez emocionarle de una forma tan profunda. Y es que para ver esta película hay que tener una predisposición especial, unas ganas de dejarse llevar, de viajar más allá, de dejarse conquistar… que si no tienes, seguramente te quedes en lo superficial y no puedas llegar a disfrutar plenamente del mensaje que se esconde detrás de las líneas del guión.

Hay películas de obligada visión en el cine. Y esta es una de ellas. Una hora y media para perderte en un viaje al interior de ti mismo.


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