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El Desconocido

por BORJA MUREL

A “El desconocido” se le pueden aplicar una gran variedad de adjetivos positivos, pero de ninguna forma el de “original”. Es cine español de alto presupuesto pasado por el filtro hollywoodiense. Una historia que hemos visto miles de veces en producciones americanas como “Última Llamada” o “Speed”, pero esta vez bajo el prisma hispano y con cierto “caracter” de denuncia social que, sinceramente, es lo que salva la cinta en la parte final.

La historia no es nada sorprendente. Un padre de familia, más preocupado por su trabajo en el banco que por su vida familiar, se dispone a llevar a sus hijos al colegio, cuando descubre (mediante una llamada telefónica) que tienen bajo los asientos de su coche una bomba que estallará en caso de que alguno de estos abandone su asiento, o si no se le hace el ingreso de una gran cantidad de dinero en una cuenta bancaria en el extranjero. La película comienza con pulso tenso y va oscilando entre lo previsible, lo aburrido y lo angustioso, con algún que otro atisbo de brillantez (lo ocurrido al segundo coche con explosivos) que de vez en cuando te hace pensar que quizás venga alguna sorpresa inesperada. Pasados más de dos cuartos de película, entre dimes y diretes telefónicos, heridas y persecuciones varias, entra en pantalla el personaje de Elvira Minguez, una policía experta en explosivos, que consigue atrapar la atención del espectador con una veracidad interpretativa fantástica... y no puedo contar mucho más del argumento excepto que la parte final le pertenece a Javier Gutierrez, y que gracias a sus últimos minutos en pantalla sales de la sala de cine con la sensación de haber visto algo grande. Y es que el punto álgido de la película se encuentra en las interpretaciones.

Dani de la Torre hace un debut más que solvente, con muchos planos de cámara geniales (como el plano secuencia en el que presenta en pantalla al personaje de Elvira Minguez o algún plano imposible que parte del exterior derecho del coche, para introducirse dentro y salir por el lado izquierdo colocándose sobre el vehículo), pero en lo que el realizador destaca realmente es demostrando que, sobretodo, es un gran director de actores. Las interpretaciones de la película son tan buenas que salvan el manido guión. Luis Tosar está fantástico, como siempre, en su papel de torturado padre, igual que Elvira Minguez. Pero es el personaje interpretado por Paula del Rio, como hija de Tosar, el que muestra un arco evolutivo mayor y el que consigue alguno de los momentos más sensibles y sorprendentes del filme. El tramo final de la película, siendo bastante previsible como toda ella, tiene su momento de esplendor en una conversación impagable entre Javier Gutierrez y Luis Tosar, por la que parece haber merecido la pena el visionado completo de la cinta. Es justo ahí cuando el director consigue que el espectador tenga serias dudas sobre su posicionamiento.

Y poco más que añadir... La música compuesta por Manuel Riveiro a base de arpegios de guitarras con delays y orquestación a cargo de la Orquesta Sinfónica de Galicia, funciona a la perfección con los acontecimientos que se suceden. Muy efectiva en las escenas de acción y aún mejor en los momentos más emotivos.

Lo cierto es que para tratarse de un producto nacional con financiación de “a3 Media”, la película tiene una factura impecable; cada euro reluce en la pantalla, asemejando el resultado final con las producciones americanas actuales; pero si la comparamos con trabajos internacionales, el guión de Alberto Marini es su talón de Aquiles... no deja de ser un calco de historias vistas una y otra vez... eso sí... con la puntilla final moralista de denuncia social que en este caso funciona a las mil maravillas y que salva a la película de caer en el mayor de los olvidos.

Si queréis pasar un rato angustioso y tenso sin mayores pretensiones disfrutando de un gran espectáculo de pirotecnia, esta es vuestra película; pero si buscáis un ápice de originalidad o trascendencia, quizás sea mejor optar por la última de Woody Allen.



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