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La Atalaya

por PILAR CAMPILLEJO

La luna nueva acuna a la vieja en el cielo. Las estrellas titilan con la música del orbe. A mis pies la ciudad duerme abrazada por sus murallas. La grandeza de Ala se refleja por doquier. Abajo en el valle veo a la ciudad que duerme despreocupada, sin saber que vigilamos la noche con la esperanza de que el ataque definitivo no sea hoy, y que mañana los brazos de mi amada Najlame reciban contra su pecho.

Giro hacia el oeste y el resplandor de la atalaya del cerro del mal de ojo me golpea como si fuera un puñetazo. Se acercan, se acercan, se acercan…… Vierto el aceite sobre la leña y le prendo fuego, rogando a Ala que proteja a mi Najla y que tenga piedad de mí y en el paraíso…..las plumas de una flecha asoman de mi pecho. El lucero del alba ilumina mi caída, y Talabayra se queda en la oscuridad.

La atalaya de Segurilla fue edificada en el siglo X y al igual que las vecinas atalayas de Mejorada y El Casar, que se alza sobre el cerro Malojo, formaba parte del sistema de vigilancia fronterizo levantado en época islámica para defender el territorio de los ataques cristianos.

Las atalayas localizadas en los montes del norte de Talavera: Cerro Malojo, Segurilla, Mejorada, Cardiel y Cerro San Vicente, son torres que responden a un modelo de repoblación, tanto al norte como al sur del Tajo, y a una nueva forma de articular el control y vigilancia de un territorio en continua alarma e inseguridad, sobre todo durante los siglos del X al XII.

Constituían una línea de atalayas, a las que se sumaba el Castillo de Bayuela, cuyo fin era contener las razzias cristianas de los caballeros abulenses y defender la Marca Media musulmana (al-tagr al-awsar) y la Talabira islámica. Estas torres o atalayas estaban interconectadas por la vista, pues eran torres vigías.

Este conjunto de vigilancia, junto con las innumerables atalayas y torres de terratenientes que llegaban a la zona de Madrid, unido a la fortaleza de Gormaz formaban un conjunto defensivo único en la Europa altomedieval.

La morfología de estas torres es muy similar. Generalmente son torres circulares, que actualmente miden, como en el caso de la de Segurilla, unos diez metros de alto, pero que podrían ser más altas si incluimos el coronamiento y la terraza, y que diámetro exterior tendrían unos 4 o 5 metros.

En la atalaya de Segurilla, se aprecia una entrada elevada y algunas otras aberturas en su muro junto con mechinales. La parte superior esta muy deteriorada y carece de coronamiento.

En su interior hueco, se aprecian varios niveles de estancias. Dentro, habría varias plantas donde se almacenarían víveres, leña y todo lo necesario para que los centinelas, generalmente en pareja, pudieran descansar y vivir durante el tiempo de su guardia. Para acceder por la puerta elevada, seguramente se utilizaría una escalera de mano o de cuerda, que se retiraría fácilmente en momentos de ataques, y que haría difícil su asalto.

Las señales se harían mediante humo por el día y fuego por la noche.

Tras la conquista definitiva de la zona por las tropas cristianas, la función de estas torres o atalayas, cambiaron la función defensiva por la de control del territorio. Desde ellas se controlaba el ganado trashumante, dada su cercanía a la Cañada Real Leonesa Oriental, los asaltos de los bandidos y el trasiego comercial de la zona.

En la actualidad, su localización elevada, nos invita a soñar con esa época tan convulsa de nuestra zona nos ofrecen tras un buen paseo en bici o a pie, una de las más preciosas vistas de Talavera y sus alrededores.

Gracias por leernos. Nos vemos.

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