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El Dragón de La Colegial

por PILAR CAMPILLEJO

El dragón se enrosca en la torre de La Colegial. Abre sus fauces y ruge mi nombre, pero nadie parece verlo.

Yo grito asustada y la gente me mira como si estuviera loca. Alguien intenta hacerme callar, pero yo me revuelvo. Algo llega volando desde el río e intenta cogerme con sus garras. Los rostros que me rodean son deformes, animales salvajes, brujas, demonios…

Un cura sale de La Colegial y me llama Bruja. Un fraile con unas fauces de perro intenta sujetarme. Me desmayo.

Despierto sobresaltada en mi camastro del hospital. Son solo recuerdos lo que me asusta. El padre Antonio corre a tranquilizarme. Ya no tiene fauces de perro. El tiempo que he pasado aquí me ha hecho superar esas terribles visiones.

Era el fuego sagrado el que martirizaba mi mente. Pero a lo largo de los meses, estos buenos frailes han curado no sólo mi cuerpo, sino también mi espíritu atormentado.

De todas formas, rezo todos los días al santo de barro acunado entre cerámica en la ermita, y cuando las gárgolas del claustro ya no me hablen, saldré de aquí, sin miedo al dragón que habita en la torre de Santa María.

Talavera contaba en el siglo XVI con varios hospitales, algo que era inusual para la época. El relato anterior se refiere a uno de ellos en particular, el de San Antón, que estaba en el barrio de la Puerta de Cuartos. No sabemos si existía de antes o se crea en esas fechas.

Era un hospital regido por la orden de los antonianos, frailes que eran especialistas en la curación de una enfermedad llamada Ignis Sacer o Fuego Sagrado, Fuego de San Antonio o Fuego Infernal. Ellos descubrieron el origen de esta enfermedad siglos antes que la ciencia. Esta enfermedad se debía al consumo de centeno contaminado con un hongo llamado cornezuelo, que producía ergotismo, es decir, una enfermedad que producía unos dolores terribles y la gangrena y perdida de los dedos, las orejas y la nariz. Pero también provocaba unas fuertes alucinaciones visuales y sonoras, porque este hongo contenía acido lisérgico o LSD. Muchas veces estas alucinaciones se confundían con posesiones infernales o brujería. Imaginaros cuántos enfermos fueron tratados como poseídos o brujos, pues el centeno era de consumo más común que el trigo, pues era más barato. Seguramente muchos de los condenados por la inquisición sólo eran alucinados del LSD.

Los antonianos guardaban con celo sus métodos de curación, que a grandes rasgos consistía en la eliminación del centeno de la dieta, sustituyéndolo por el trigo, y la utilización de ciertas plantas para intentar aliviar los otros síntomas. Se realizaba una cura de desintoxicación de la época. Un proyecto hombre del siglo XVI.

Las caridades de San Antón es un vestigio, esos panes milagrosos marcados con la tau de la orden que se utilizaban para curar. Y también la tradición del cerdo de San Antón, que todavía se conserva en muchos pueblos, y cuya rifa servía para cubrir parte de los gastos de la orden.

¿Qué queda de este lugar? Poco o mucho según se mire, porque es poco, pero su riqueza artística mucha. Seguro que lo habéis visto infinidad de veces, pero no os habéis dado cuenta. Lo que suele estar siempre a la vista, pasa desapercibido. El gran retablo de cerámica con la figura de San Antón en cerámica de 1571, de Juan de Alburquerque, la única conservada de la cerámica talaverana, que hay a la derecha de la capilla mayor de la ermita del Prado era parte del hospital. También están dentro del cuerpo de la ermita la vida y tentaciones de san Antón, y en el atrio, es decir en la fachada de la entrada, toda esa cerámica procede también de la antigua iglesia de los hospitalarios de San Antón. En ella hay un lienzo de cerámica con el Santo y el famoso cerdo que parece un perro. La procesión de arcabuceros y vírgenes, la genealogía e imágenes de la vida de Cristo, y Adán y Eva en la parte superior. Esta mal montada, pero da una idea de la belleza que debería tener ese lugar, hoy desaparecido. La orden se extinguió en el siglo XVIII.

Así que ya sabéis, hay que ir y visitar al santo, para que cuando vayamos a contemplar la torre de la Colegial no salga el dragón y ruga nuestro nombre.

Gracias por leernos. Nos vemos.

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6 comentarios

  • Musikito

    3/03/2014 22:10

    mira qué es bonita la zona de la Colegial… y más ahora sabiendo la historia que hay detrás.

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  • MiguelDami

    3/03/2014 15:02

    Animo chicos estais todos haciendo un buen curro

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  • Luckies34

    1/03/2014 12:15

    Y lo buenas que están las caridades de San Antón!!!

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  • JJRodri19

    28/02/2014 11:38

    Vamos que lo del LSD viene de atrás atrás jajajaj. Es muy guay las historias así contadas la verdad.

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  • solegarcia

    24/02/2014 16:12

    Me gusta mucho Pilar cómo escribes. Está al dedillo

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  • Miguel_San

    11/02/2014 20:20

    ¡Qué chulo!

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