¿dónde estoy?

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¿Dispuestos para la aventura?. Ou, Ou, Ou, la botella de ron!!!

por PILAR CAMPILLEJO

Amanece. Desde la pequeña tronera con barrotes veo un resquicio de luz que anuncia este, mi último día. Ya se oyen las voces de los vendedores y los juramentos de los carreteros en la cercana plaza. Dentro de poco vendrán a buscarme para llevarme al cadalso que me espera en ese maldito lugar. Daría mi alma, ya perdida, por un trago de ron. Puede que el carcelero me ayude con eso, si le doy lo último que poseo, un medallón de cobre regalo del capitán Alonso de Ojeda.

Alonso. Cuando le conocí, no vi en él nada más que un negocio y luego resultó ser un héroe. Nos salvó de tormentas y de indios y fue un gran capitán. Puede que mi error fuera olvidarme del negocio, y pensar en él como el gran hombre que era. Pero no lo siento. Creo que ha sido la única cosa decente que he hecho desde que llegué a estas condenadas Indias, que Dios confunda, con Colón. Ojeda ha intentado salvarme, pero mis delitos son más que mis méritos, y por eso, moriré en la horca.

Todo ha sido un fracaso en mi vida. Abandoné Talavera para hacer fortuna, me enrolé con el Gran Almirante, que prometía tierra y riquezas. Luché contra los indios, y fue allí en la Batalla de Jaquimo, en la Vega Real, un lugar cercano a un lugar llamado Salvador de los Caballeros, como la iglesia de Talavera que tanto visité de niño, donde lo conseguí.

¡Qué orgulloso me sentía entonces!Pero, como decía mi padre cuando me zurraba, mi cuerpo es débil y mi voluntad más. Yo no nací para ser señor. Yo quería vivir y disfrutar. Las plantaciones de azúcar no producían lo suficiente para pagar el juego y el ron. Los indios me odiaban por acostarme con sus preciosas hijas y los acreedores me acosaban.

La violencia no me asustaba y harto del azúcar, de los indios y de los banqueros que en su vida han pisado una selva o peleado con los indígenas hasta cubrirse de sangre, mis compinches y yo, compañeros de deudas y ron, tomamos el camino de la piratería, sin Dios, ni patria, sólo la libertad que habíamos venido a buscar al otro lado del mundo.

No me arrepiento de nada. Todo lo hice por mi propia voluntad y con el único afán del lucro y el placer. Estaba cansado de luchar por algo que no me interesaba y descubrí lo que es tomar lo que uno desea sin pedir permiso y parar en consecuencias. ¿Estoy maldito por eso? Pues que el diablo se me lleve si lo estoy, pero he sido fiel a mis compañeros y nunca he matado a un niño, así que creo, que he mantenido un poco de mi alma inmortal.

No me da miedo morir, pero no deseo ser el motivo de diversión de una panda de borregos que ven los ajusticiamientos como un espectáculo, y llevan a sus mujeres e hijos a verlo.

Espero romperme el cuello al caer y que todo sea rápido. Rosita, la de la Taberna de la Sirena, ha prometido que estará allí para enseñarme sus pechos, para que me lleve un buen recuerdo al infierno que el clérigo, que ayer vino a buscar mi confesión, me mandó cuando le escupí a la cara.


Tiene Talavera el honor de tener entre sus vecinos ilustres al primer pirata del Caribe. No es algo raro que una persona de interior de la península, sin conocimientos del mar, ni del mundo, se lanzase a la aventura de las Indias. No olvidemos a Francisco Aguirre, que también era de Talavera, ni la infinidad de conquistadores y expedicionarios que salieron de Extremadura.

Muchas veces era la única manera de medrar para alguien sin posición, ni fortuna. Y Bernardino lo intentó, pero, aunque luchó con valor en Cuba para ganar sus tierras, no servía para manejar una plantación. Él quería riquezas, no trabajo. Cierto es que en una de sus expediciones de pirata, conoció a Alonso de Ojeda en Darién en una mala situación en el Fuerte San Sebastián, que parecía que iba a correr la misma suerte que el Fuerte Natividad, donde murieron todos. Asíque Ojeda herido, y dejando al frente de la guarnición a Pizarro, optó por viajar con Bernardino para pedir ayuda. Y, aunqueen un principio Bernardino pensó cobrar un rescate por él, su relación cambióa lo largo del viaje hasta Jamaica, con dificultades,con tormentas y ataques de los indios, en las que Ojeda le ayudó, lo que les llevo a entablar una amistad que hizo que Alonso intentara evitar su muerte en la Española en 1511. Había cometido demasiados delitos contra barcos genoveses (aliados en aquellos momentos con los españoles) contra la corona y otra serie de tropelías que no conocemos, para que fuera perdonado, aunque lo defendiera un gran hombre como Alonso de Ojeda, que había servido con Colón, Juan de la Cosa y Pizarro.

Bernardino fue el precursor de piratas que vinieron tras él, como Henry Morgan, Barbanegra, Mary Read y Anne Bonny.

Gracias por leernos. Nos vemos.

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3 comentarios

  • doloress_

    11/04/2014 08:49

    Lo bonitas que son estas historias y que sea ahora cuando las conozcamos... ¡Gracias pilar!!! Me encantan todas y cada una.

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  • solegarcia

    10/04/2014 18:08

    Me encantaaaaaaaaaaaa

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  • BoBo

    31/03/2014 14:44

    ¡Buenísimo! como siempre Pilar!!!

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