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A puerta cerrada, de Sartre, llega a El Salvador representada por la Escuela Teatro Cine JBL.

08/04/2016 | por Juan Tena

Huis Clos (A puerta cerrada), de Jean-Paul Sartre, ha sido la obra representada anoche, a cargo de la Escuela Teatro Cine "Joaquín Benito de Lucas", en el Centro Cultural "El Salvador", dentro de la II Semana Mundial del Teatro, que tiene lugar estos días en nuestra ciudad.

A puerta cerrada, adaptada y dirigida por Antonio San Miguel, ha contado con Armando Dávila Pérez, en el papel de Garcín, y María Teresa Sánchez Francisco en el de Inés, en el reparto de esta obra del filósofo existencialista francés, estrenada por primera vez en 1944 en París.

En la adaptación, su director plasma a través de Garcín e Inés algunas de las grandes incógnitas del ser humano, como: «¿Qué es el sufrimiento, la muerte? ¿Qué hay después: oscuridad absoluta, luz cegadora? ¿Y el infierno, el azufre, las hogueras, las parrillas, ...?» Las mismas preguntas, sin respuesta, que formuló Sartre en su la obra original.

Antonio San Miguel coloca al espectador ante dos seres condenados al infierno (a vivir en un mismo espacio y bajo la mirada del otro por toda la eternidad), él un canalla, torturador de su mujer y pacifista que intenta huir durante la II Guerra Mundial y es detenido y fusilado; ella, una mujer sádica, necesitada de provocar la destrucción en los demás para poder vivir y sentirse viva.

Garcín tortura a su mujer: «Porque es fácil. Bastaba una palabra para hacerla cambiar de color;era una sensitiva», asegura. E Inés no puede evitar hacer el mal para poder vivir. Incluso ya muerta ve lo que pasa en la tierra en su entorno e intenta cambiarlo: «Yo sí, yo soy mala; eso quiere decir que necesito el sufrimiento de los demás para existir. Soy como una antorcha: una antorcha en los corazones...». Cuando ella se da cuenta de que está en el infierno, cree que el verdugo es Garcín. Pero más adelante se dará cuenta de que no, que: «El verdugo es cada uno de nosotros para los demás [para Garcín, en este caso]»

La puesta en escena resultó muy atractiva. La economía de medios centra, sin duda, la atención del espectador en los actores; un Garcín trabajado, brillante, convincente. Igualmente Inés con una modulación buena en los diferentes cambios del estado anímico exigida por Huis Clos.

Si puede ponerse un pero éste es el de la acústica. Difícil resultó en ciertos momentos seguir el hilo de los diálogos por culpa de la audición. Aun así es necesario subrayar el magnífico escenario del Centro Cultural "El Salvador" (y su entorno) para este tipo de representaciones teatrales. La respuesta del público fue excelente; completó el aforo, alrededor de unas cien personas.

Subrayar finalmente el trasfondo de A puerta cerrada (Huis Clos), no muy distinto en 1944, a este otro de 2016. La crítica a la sociedad de entonces sigue fresca y vigente a la actual. Entonces y hoy vivimos a expensas del juicio de los otros, aun siguen muchas sociedades bajo la influencia del "qué dirán". El miedo a ser "tal cual" nos frena. No somos capaces de mostrarnos como somos en realidad, por miedo al daño: a los otros. Todo ello no hace vivir en una sociedad de apariencia, de falsedad, de opiniones "socialmente correctas" y, por ello, vacías. Esa máscara impuesta por los demás y por nosotros mismos es, en la obra y la filosofía del autor existencialista, el infierno: la eterna mirada del otro, nuestra desnudez, el enjuiciamiento.

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